Sé qué harías. Te pondrías de rodillas y susurrarías: “¡oh qué Diosa!”. Y como eres un perdedor no podrías evitar sacártela y meneártela de forma compulsiva.
Pero… imagina que, desde la distancia, te veo. Te hundo con mi poderosa mirada. No puedes creerlo cuando te hago un gesto para que vengas. Colorado, te retiras de la ventana. No sabes que hacer, dudas, paseas por la casa, pero al final tu erección manda sobre ti.
Corres al edificio de enfrente, llamas frenéticamente a todos los piso. Nadie contesta. Tampoco ahí. Ni ahí. Por fin, en un piso, escuchas mi voz dominante: “sube”.
Hasta entonces, veías por la ventana, pero ahora, mi putita, mi Alicia, has cruzado el espejo… Bienvenida a mis pies.
0 comentarios: